jueves, 1 de mayo de 2014

Análisis "La ola de mi pozo" de Juan Ramón Jimenez


El poema "La ola de mi pozo" trata la soledad del autoexiliado. El autor se pregunta si debió marcharse, acepta el viaje pero está confuso.

El autor es Juan Ramón Jiménez, el principal poeta español del siglo XX. Nace el 23 de diciembre de 1881 en Moguer, Huelva y muere el 29 de mayo de 1958 en San Juan, Puerto Rico. Dedica toda su vida a la perfección y a la búsqueda de una forma poética. Es quien introduce el modernismo en España. Su simbolismo constituye renovación radical de todo lenguaje poético, mayor complejidad rítmica, vocabulario refinado y construcción de mundos ideales y esencializados que rompen con el carácter prosaico.
Tras su etapa sensitiva y su etapa intelectual, en 1936 con causa de la guerra civil, se exilia a America. El 19 de septiembre de 1936 llega a Nueva York y tras una breve estancia, Juan Ramón y su mujer Zenobia embarcan hacia Puerto Rico. Allí continua con su objetivo principal de sus obras, la búsqueda de la belleza y la perfección pero su temática va cambiando.
El poema a analizar pertenece a su libro “En el otro costado” escrito entre 1936 y 1942 en esta etapa de exilo. Se trata de un poema no estrófico con rima asonante aunque se queda algún que otro verso descolgado.
El poema se podría dividir en tres partes diferenciadas.
Juan Ramón Jiménez comienza su poema con un grito. Según piensa, renuncia y dice “ni quiero más el mar”. Este verso completaría su sentido al final del poema, ya que vendría a ser su desahogo final, y en donde analiza su estado anímico y de exiliado.
Podríamos distinguir una 1º parte en la que Juan Ramón Jiménez se da cuenta que no avanza y de que está perdiendo el tiempo. Se siente solo. Juan Ramón está exiliado y se acuerda de su pozo. Del pozo de Moguer.
En su segundo verso describe su estado, “la redonda y movible soledad”, soledad como vuelta al mismo sitio. “Con los radios constantes del pasar” con esta figura de los radios de una bicicleta explica cómo se siente en el exilo. Al igual que la rueda de una bicicleta, Juan Ramón siente que a pesar de que viaje mucho, no avanza, vuelve al mismo sitio. En este momento nos ubica, y nos traslada a su Moguer.
Para no entrar en una depresión, piensa en su pueblo, el único sitio que le transmite tranquilidad. Empieza la 2º parte que constaría de la segunda y tercera estrofa.
“Pozo mío, Moguer, quietud fatal” Aquí hay dos pensamientos y un estado de animo. La paz de Moguer y el inmovilismo de quedarse en Moguer renunciando a las injusticias que hay en España. A Juan Ramón le hubiese gustado haberse quedado pero hubiese tenido que renunciar a todo. Navega mentalmente a su tierra y esto le transmite paz al recordar. Con estas llanas palabras explica lo que siente. La protección de su casa y el sol de lleno dando en su puerta. ¿Quién se olvida del olor de los pinos y las piedras que por ser las mas viejas de lo existente solo te pueden dar paz?
En sus versos “tierra firme al estar viviendo y moridero del real amante del que vuelve a su verdad” explica cómo para él, el pueblo es la verdad. Su gente son reales personajes. Se atreve a decir que ellos tienen la verdad y lo valora, pero como no quiere aceptar el servilismo del pueblo como garantes de la verdad, por eso dice “del que vuelve a su verdad”. Es su pueblo el lugar ideal de vivir y el lugar en que amaría volver para morir.
Empieza la tercera estrofa en la que habla de su pueblo Moguer, como lugar donde están sus orígenes y su inocencia. Es una tierra de trabajo que además da sus frutos. pero en donde el tiempo no pasa, no cambia. En Moguer los males parecen congelarse y la paz inutiliza a la tristeza.
Para terminar, la última estrofa, que podría ser la tercera parte en que Juan Ramón habla de que para la desesperanza que tiene, prefiere estar en su tierra, en Moguer. Está harto de viajar, de moverse. Sabe que no debería volver y se desespera, pero es lo que mas desearía. Para él lo mas importante es el hogar, y su hogar está en ese pueblo de Huelva.
Estos últimos versos son un grito porque quiere volver y sabe que no puede.
Para embellecer el lenguaje de su poema, Juan Ramón Jiménez utiliza una serie de figuras literarias o figuras retóricas. Un ejemplo que aparece en dos ocasiones es la anáfora o repetición de una palabra al principio de cada verso. En la tercera estrofa con “tierra” y en la última con “más”. También hay una repetición al final de cada verso o epífora en la última estrofa con “mar”. Utiliza de adjetivos semánticamente innecesarios por redundantes como “ancho mar” o “hondo mar” que son los llamados epítetos. Otra de las figuras literarias que aparecen es una sinestesia “redonda y movible soledad”.
Juan Ramón Jiménez es un poeta dedicado por entero a la creación literaria. En el exilio, no perdió el sustento íntimo de su escritura, en su vía poética hay silencio, pero no hay discontinuidad. A pesar de la distancia, no pierde sus raices. Y acepta la finitud del hombre aquí en la tierra, con lo que resuelve, líricamente, el más hondo conflicto de la modernidad.

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